A diferencia de épocas pasadas donde se creía que la genética era lo que determinaba la personalidad y capacidades de los seres humanos, hoy en día se sabe que no es verdad. Si bien, la herencia tiene un porcentaje alrededor de 40% con información sobre el desarrollo, la epigenética nos dice que el contexto en donde se desenvuelva tendrá más importancia para un sano desarrollo.
Esto nos habla de lo fundamental que es el papel de mamá y papá durante los primeros años de vida. Y no sólo para establecer un ambiente de materiales y experiencias que favorezcan el desarrollo sino el vínculo que se genere entre ambos. Sí, a esto nos referimos como: apego.
Este gran concepto, además de ser un fascinante medio de exploración para los científicos, es el más hermoso para experimentar como mamá o papá. Ya que es éste mismo el que los unirá para siempre. Y, dependiendo del tipo de apego, las relaciones de tu hijo o tu hija se desenvolverán de la misma manera.
Existen distintos tipos de apego según John Bowlby, quien habló por primera vez de esto hace algunas décadas: seguro, ansioso, evitativo y desorganizado. El primero se refiere al vínculo que existe entre el cuidador primario y el bebé que permite explorar el mundo de manera segura y confiada. El segundo, a una dependencia emocional con el cuidador, donde puede experimentar el mundo pero con miedo a ser abandonado. El tercero nos habla de aquél que evita el conflicto, es desconfiado y distante. Y por último, quien tiende a tener relaciones disfuncionales y un tanto agresivas.
Al escuchar los 4 tipos, seguramente estarás pensando que quieres que tu hijo tenga apego seguro pero que no sabrás cómo lograrlo. Para ello, te dejamos algunos consejos que podrás llevar a cabo para fomentar este tipo de vínculo entre ambos.
Atiende siempre a sus necesidad, asegúrate que tiene muy claro que tú eres su lugar seguro y a quien tiene que recurrir cuando necesite algo, no importa qué tan relevante o insignificante sea. Establece límites, que sean congruentes y constantes. Esto ayudará a fomentar la seguridad y la estructura en su relación. Incluye rutinas que le permita anticipar cuándo estará contigo y cuándo no. Promueve una convivencia directa, no importa si es una hora al día, que sea libre de pantallas y distractores. Y por último, abraza mucho y dile lo importante que es para ti.