¿A quién no le gusta la música? Desde siempre, ha sido un elemento indispensable en reuniones, fiestas, películas, celebraciones y momentos especiales. Pero no es casualidad, diversos estudios han demostrado que el impacto de estas vibraciones fomentan la relajación, reducen el estrés y el dolor.
En cuanto al cerebro en desarrollo, se explotan las habilidades emocionales, motrices, cognitivas, sociales y de comunicación. El ritmo permite la identificación de patrones y activa las áreas de las regiones cerebrales relacionadas con la adquisición de lecto-escritura. El movimiento permite la coordinación de las extremidades que conecta los dos hemisferios del cerebro. Los distintos sonidos estimulan la audición y la atención, pre requisitos del lenguaje.
Además de escuchar música, puedes utilizar instrumentos que fomenten el interés y exista coordinación en sus movimientos. Algunos instrumentos ideales en la primera infancia son: tambor, maracas, pandero, cascabeles y xilófono. Pero si no cuentas con estos en casa, no te preocupes, puedes improvisar instrumentos con materiales comunes como cucharas y un objeto de madera o platos de plástico y palitos de madera. Otra gran opción para instrumentos musicales son las palmas, ya que generan sonido y además invitan a la imitación, los chasquidos y por supuesto la voz para un canto a capella.
La música es considerada una actividad que además de ser placentera, fortalece el vínculo afectivo entre tu hijo y tú, ya que es un momento de compartir y explorar uno con el otro. Así que si no lo habías considerado antes, incorpora la música en algún momento de la rutina diaria.